Cómo aprovechar la grasa del jamón

¿Quién no ha oído alguna vez en España el popular refrán “del cerdo, hasta los andares”? En Espacio del Jamón os enseñamos a aprovechar la grasa del jamón.

Cuando nos preparamos para cortar una pieza de jamón ibérico, siempre nos centramos en obtener la mayor cantidad de carne posible. Pero, ¿qué pasa con la grasa? ¿Hemos de tirarla toda? ¿O podemos aprovechar parte de ella?

Si bien es cierto que el jamón posee una buena capa de grasa, no toda podemos aprovecharla. Por ejemplo, cuando comenzamos el jamón, una vez retirada la corteza exterior, suele haber una parte de grasa amarillenta antes de llegar a la parte de la carne: esa es la que debemos desechar, porque no nos sirve.

Sin embargo, debemos prestar atención a la grasa de tono blanquecino tirando a rosáceo que rodea la carne propiamente dicha, ya que esas sí tienen aprovechamiento. Mucha gente suele tirarla, quedándose con una pequeña tira de grasa que deja en cada loncha cortada. De este modo desaprovechamos una excelente materia prima, con diferentes usos.

Pero, ¿qué podemos hacer para aprovechar la grasa del jamón? Aunque se lleva haciendo desde hace muchos años, en los que literalmente “no se tiraba nada”, cada vez nos vamos encontrando más platos en los que se emplea la grasa del jamón para potenciar el sabor de los platos. Un ejemplo claro de ello son los típicos y ricos platos de cuchara de nuestra gastronomía: las legumbres se enriquecen considerablemente si añadimos la grasa del jamón. Cualquier plato será más sabroso si se le añade como sustituto de la panceta o del beicon. Prueba a emplearlo en un salteado de guisantes o de cualquier verdura, el cambio será espectacular y sorprendente.

También se emplea cada vez más como sustituto de otras grasas como la mantequilla o margarina en platos salados. Éstas son menos saludables que la grasa del jamón y el toque que le da ésta hace que el plato cambie totalmente. Las salsas y aderezos adquieren una nueva dimensión gracias a la grasa del jamón.

Otro uso de nuestra gastronomía popular es destinar los trocitos de grasa del jamón para hacer chicharrones, deshaciéndolos en una sartén para utilizarlos posteriormente en las famosas tortas de chicharrones o como “picatostes” para diferentes platos. Sin duda, el resultado es de primera categoría en platos muy sencillos.

Para los más mañosos en las artes culinarias, también existe la opción de emplear la grasa del jamón para elaborar aceites aromatizados. Con solo fundir una parte de la grasa y mezclarla con un buen aceite de oliva, obtenemos un aceite especial con el toque a jamón, perfecto para guisos o aderezos de ensalada. Además, se pueden incluir otros elementos al aceite para personalizarlo según nuestros gustos: guindilla, hierbas aromáticas, etc.

Ese aceite (o simplemente la grasa fundida) metido en un envase adecuado en la nevera, al solidificarse crea una especie de manteca o mantequilla que podremos emplear para untarla en tostadas, o para tener un acceso rápido a ella para diferentes preparaciones culinarias.

Por último, también podemos darle un uso cosmético, ya que actualmente hay empresas en España que se dedican a la elaboración de jabón a partir de la grasa del jamón ibérico, al que se añade aceite de oliva y otros aceites esenciales.