Orígenes del jamón
No cabe duda que el jamón ibérico es uno de nuestros buques insignias de cara a la galería internacional de nuestro país, un producto único que triunfa y traspasa fronteras. Pero ¿cuáles son los orígenes del jamón?
Estos se remontan a la época del Imperio Romano. En la antigua Tarraco (Tarragona) se han encontrado fósiles de hace más de 2000 años y según aparece en un Edicto del emperador Diocleciano, los jamones de Hispania ya eran exportados a Roma en aquel tiempo.
El producto, tal y como lo conocemos, nace de la necesidad de su conservación, pues al no existir los métodos que existen en la actualidad, había que ingeniárselas para que durase en perfecto estado el mayor tiempo posible, por lo que la sal jugaba el papel más importante en este sentido.
Con el paso del tiempo las técnicas de curación han ido evolucionando, siendo su elaboración un proceso que puede llegar a durar hasta 24 meses y que previamente hay que realizar una serie de pasos, como desangrar las piezas de jamón por completo, dejarlos en sal unos días (dependiendo de su peso), eliminar el exceso de sal y meterlos en cámaras durante dos meses a muy bajas temperaturas y con suficiente humedad para que la sal se reparta de forma homogénea por toda la pieza.
Concluido ese proceso, se llevará el jamón al secadero, donde obtendrá los sabores y matices característicos del producto. Al cabo de varios meses, la transformación finalizará en la bodega, donde estará durante otro período de tiempo más antes de llegar a nuestra mesa en perfectas condiciones.
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